Artigo assinado por Maria Angeles Fernandez
Jueves, 21 de Noviembre de 2013
La revolución gris
El atropello social está uniendo a la población portuguesa. “Pero todavía hay una inercia y por eso no se produce un rechazo mayor. Necesitamos una contestación más fuerte, manifestaciones permanentes, movilización social, artículos académicos,…”, explica a Periodismo Humano uno de los rostros más visibles de la indignación portuguesa.
Es Rosario Gama. Tiene 64 años y hace dos que se jubiló, después de ser directora de la escuela de secundaria Infanta Doña María de Coimbra. Entonces descubrió que su pensión de jubilación iba a ser amputada por lo que se ha llamado ‘contribución extraordinaria de solidaridad’. Ahí empezó su lucha y el germen de Apre! (Aposentados Pensionistas Reformados). No entendía la pérdida de algo que había pagado toda la vida. “Hemos sido engañados, ha sido una violación del contrato que teníamos con Estado”, apunta Gama. “Hay que hacer una reflexión profunda sobre las diferentes medidas que pueden ser aplicadas; lo que el Gobierne pretende es beneficiar a los intereses privados, mientras que nosotros seguimos confiando en el Estado social”, explica.
Su voz ha repicado con fuerza, con exclamación. Como la que hay al final de Apre!, colocada a propósito, a modo de alzar la voz. En apenas un año de vida, esta asociación ha reuniodo a más de medio millón de socios que no paran de crecer diariamente. Ni de actuar.
Acaban de celebrar un coloquio internacional con el cartel de no hay billetes colgado desde días antes y con ponentes llegados de Gran Bretaña, Francia, Italia y Grecia, cuyos resultados se enviarán al Parlamento Europeo. La revolución gris (por las canas) pretende conformar una lucha europea, incluso están estudiando demandar, ante estancias judiciales de ámbito europeo, las medidas tomadas por los Gobiernos contra los pensionistas y jubilados.
Los mayores van muy en serio: “Las pensiones son los resultados de los descuentos efectuados a los ciudadanos durante su vida activa. Los ciudadanos se constituían en acreedores del Estado. Los fondos de pensiones así acumulados no son propiedad del Estado y éste no puede disponer de ello sin el consentimiento de los ciudadanos, y mucho menos para fines distintos para los que fueron constituidos. Por tanto, cualquier recorte en las pensiones constituye una grave violación del contrato entre los ciudadanos y el Estado, una quiebra del principio de confianza constitucionalmente consagrado y una falta de respeto a los derechos humanos. Tales recortes constituyen un ataque al derecho de propiedad, consagrado en la Constitución de la República Portuguesa y en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, por lo que los ciudadanos tienen derecho a demandar judicialmente a los Gobiernos que los lleven a efecto”, reza una de las conclusiones del congreso.
La tercera edad ha regresado a la economía informal para completar unas pensiones insuficientes en muchos casos. Y Apre! ha organizado vigilias por todo el país. “¿Me van a cortar también a mí?, ¿por qué no se meten con los grandes?, ¡pero si yo no tengo nada, sólo a mis hijos!, ¡no tienen vergüenza!…” Son algunas de las reacciones de viudas, ante las noticias de los recortes en las pensiones previstos para 2014. Las de viudedad (o sobrevivencia, como se llaman en Portugal) son las más afectadas en esta ocasión y se suman a los recortes realizados desde 2011.